martes, 15 de julio de 2014

La criticadera como deporte bellanita

Roy Lichtenstein - Hey You


Hoy inicia la sexta edición de las Fiestas del Cerro Quitasol y con ellas la puesta en marcha de uno de los deportes que más dominan los bellanitas: criticar.

Y es que hasta para indignarse hace falta conocimiento. La protesta frente a la situación que vive la Institución Educativa Gilberto Echeverry indigna a algunos ciudadanos por que, según ellos, lo que se invierte en las Fiestas, debería ser destinado a la construcción del colegio. Señores criticones: 1. Un colegio con las especificaciones del Ministerio de Educación Nacional vale más de $10.000 millones, 2. Tranzar con ese dinero de la manera que proponen haría incurrir al Alcalde en destinación indebida de contratos, un delito contra el erario público, 3. la Alcaldía no incurre en ninguna falta por no construir el colegio que quieren los padres,  por que como ente territorial está en la obligación de garantizar el cupo a los estudiantes y así lo está haciendo, 4. En la institución estudian niños y jóvenes de otros barrios y comunas y lo más probable es que cerca a su residencia los planteles públicos tengan los cupos disponibles para ellos y 5. Esfuerzos y gestión si ha realizado la Administración Municipal, en 2010 se entregó un bloque financiado con los excedentes de la Cooperativa Jhon F. Keneddy.

Para momentos como estos salen los antisuaristas a decir, sin fundamentos, que al Suarismo no le interesa la educación. Señores, en los últimos 10 años los gobiernos suaristas han remodelado casi la totalidad de la infraestructura educativa de la ciudad, de eso son ejemplo las instituciones educativas La Gabriela, Guasimalito, Nueva Generación, Alberto Lebrum, Abraham Reyes, Josefa Campos, Mirador, Cincuentenario, Playa Rica, Villas del Sol, Carlos Pérez, Sagrado Corazón, Tomás Cadavid, Raquel Jaramillo, La Milagrosa, San Félix, La Unión, Federico Sierra, Centenario (antes Zamora), Atanasio Girardot, Concejo de Bello, Liceo Antioqueño y el Megacolegio Marco Fidel Suárez que hoy se encuentra en construcción.

Volviendo al tema Fiestas. Como estas manos que escriben participaron en el diseño de las Fiestas en el año 2009, puedo decir que uno de los antecedentes que les da vida era la constante petición a la Administración Municipal para que organizase una festividad que nos identificara como bellanitas. Las Fiestas del Retorno y la Fiestas de la Antioqueñidad eran tan externas a nuestra idiosincracia como quiera que ambas se celebran en muchos municipios, sin ser exclusiva de alguno de ellos. Recuerdo que el hecho de que Bello no tuviera una fiesta propia era argumento de la oposición para rasgarse las vestiduras y afirmar que no se pensaba en el sentido de pertenencia. Pero cuando al suarismo se le ocurrió consolidar unas fiestas para la ciudad, cada año unos cuantos “peliadores de contratos” se han  opuesto a la festividad por cualquier motivo, por mínimo que sea, solo hasta que se les otorga el anhelado contratico.

Pero, ¿qué puede pensar uno de los criticones de oficio si tienen a la cabeza al concejalucho del Partido Verde?, no es si no escucharlo o leerlo para pasar por alto sus payasadas al ver que sus secuaces no faltan en el VIP.

Pero esos son los criticones que uno conoce y ya no causan ni rabia. Otros por el contrario critican a diestra y siniestra, pero luego se hacen tus amigos en la calle para pedirte una boleta para el gran concierto.

Recuerdo que por allá en los 90, Rodrigo Arango trajo para su campaña, a Henry Fiol y Celina y Reutilio, pero de ahí en adelante, hasta el 19 de abril de 2009, que trajimos (así lo puedo decir) a Jean Carlos Centeno, como abrebocas a la primera edición de las Fiestas, jamás se presentó un artista de nivel en la ciudad. De ahí en adelante los artistas presentes pasan por nombres como el Grupo Galé, Grupo Caneo, Son de Cali, Jorge Celedón, Henry Fiol, Richie Ray y Bobby Cruz,  Diomedes Díaz, por mencionar solo algunos. ¿Entonces los bellanitas no teníamos derecho a conciertos de esta magnitud?.  

Ahora, uno los escucha peleando por los grandes conciertos, a lo mejor por la falta de una manilla para el VIP, pero habrá que ver su ausencia en eventos más pausados como el Salón Municipal de Artes Visuales, el componente educativo y ambiental, el Festival de Tango o las tarimas descentralizadas, hasta el Festival de Rodillos pasan por alto. ¿Entonces donde nace la indignación si allí es donde está el génesis de la festividad que nos congrega?.

¿Todo es color de rosa?, por supuesto que no. Falta ajustar algunos asuntos, pero mientras se haga el esfuerzo gubernamental para unir a la ciudadanía frente a las Fiestas, vale la pena dar el espaldarazo. Pero ojo, el esfuerzo no solo es del alcalde y los organizadores. Yo quisiera conocer una propuesta frente a las fiestas que sea trabajada con juicio por miembros de la comunidad, una propuesta que gestione recursos y luego venga y ajuste con los que permite la Alcaldía. Pero no se puede seguir viendo como la fuente del contratico. El ciudadano también puede ser propositivo y serlo con organización, uniéndose a otros para alcanzar un propósito. Estoy seguro que una propuesta así no tendría resistencia.

Lo que pienso (nadie más tiene que pensarlo así), es que Bello es una ciudad demasiado bonita para honrar su riqueza, por eso no haría nada que tenga que ver con las Fiestas en Medellín. Sea por comodidad o no de los periodistas, si uno comunica bien un asunto, el periodista llega donde sea por que quiere conocer qué es eso con lo que lo quieren atrapar. Lo otro es que haría un acto simbólico el 1 de Julio de cada año y pondría al ciudadano como protagonista de él. Finalmente retomaría el desfile de comparsas y estampas típicas. Pensarlo y decirlo solo busca exteriorizar algo que siento como ciudadano, de ninguna manera es una crítica a tal o cual persona o proceso. El tono en el que lo emito a través de mis cuentas sociales solo responde a la tristeza que me produce, nada más media mis palabras.

Inician once días de Fiestas y empieza la crítica desmedida por que en Bello se critican por deporte, como si le tuvieran precio a la hora por criticar.

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De colofón
Uno tiene que fijarse muy bien qué hizo su jefe político para que al criticar las palabras tengan peso.

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