Un caballito de batalla sin razón

Por: Camilo Tamayo

En época electoral lo justo sería que la propuesta política prevaleciera sobre cualquier otro supuesto, debido a que en definitiva lo que se ejecuta durante un periodo gubernamental es lo acordado con el pueblo en la plaza pública.

Lamentablemente eso es lo que no ocurre en la contienda electoral atípica que elegirá al Alcalde de Bello para el próximo cuatrienio, paradójicamente desde la candidatura que continuamente ha salido a denunciar estrategias de campaña negra.

Llevan no se cuanto tiempo utilizando como caballito de batalla una razón sin razón: el Suarismo. Con este argumento pretenden demostrar que nuestro proyecto político no merece administrar la ciudad por que el orientador está tras las rejas siendo inocente, que Bello tiene que cambiar y que para qué más de lo mismo, hasta osaron hacer valer sus influencias en un diario capitalino para tratar de desestabilizar la campaña, pero, teniendo en cuenta que uno de los personajes mencionados era una de sus fichas, se les fue el tiro por la culata, algo así como un efecto bumerang.

Hablar mal de lo que han llamado el Suarismo es hablar mal de más de 7000 bellanitas que desde el barrio han desarrollado todo tipo de acciones para construir tejido social. Entrar en ese juego demagógico es hablar mal de Doña Patricia, una señora que no es de apellido Suárez pero que hace esfuerzos ingentes para que las personas menos favorecidas del Cairo y de zonas como “La Guayana”, tengan acceso pleno a los servicios del Estado. Ni que decir de “Tesorito”, una vecina del Barrio Niquía que no se apellida Suárez pero que tiene el corazón contento cada que un niño o niña de su comedor comunitario de UNICAF sale con su barriga llena. Jonatan, no tiene como apellido el Suárez pero con su “Cultura pa´l barrio” ha logrado que muchos jóvenes de Santa Rita se alejen de la droga y el delito. Mi Abuela se apellida Betancur y se priva de ir a paseos con las “viejitas” para que mi mamá y mis tíos le ayuden a realizar la navidad comunitaria que desde hace más de 20 años le dibuja una sonrisa en  la Noche Buena a más de 1000 familias de la Vereda Hatoviejo, El Carmelo y barrios aledaños. Un ser que es de todo mi respeto y admiración no es de apellido Suárez, pero por su cabeza pasó algún día darle un vuelco a la cultura, diseñar los proyectos Galileo, Cienpies, Abaco, Plan Estratégico de Educación, entre otros. Martín es de apellido Cano y tiene en sus manos la formación deportiva de más de 200 niños en Santa Ana. Marleny es Casas y soñó con crear un Escuela de Música que hoy, después de 6 años,  es ejemplo a nivel nacional. Eucelly es Taborda, fundadora de la Escuela de San Nicolás, una institución que recibirá $500 millones de una ONG holandesa para que las tablas de hoy den paso a una construcción de “material”.   Más de 7000 bellanitas no somos de apellido Suárez pero hemos pasado de la crítica y la pasividad a la acción por nuestra ciudad.

Cada que escucho al taxista, transeúnte o ciudadano desprevenido reproducir el sainete “es que es apoyado por los Suárez”, pienso en Patricia, “Tesorito”, Jonatan, Berta, Giovanni, Martín, Marleny, Eucelly y un poco de conciudadanos más que han aportado a que Bello sea una mejor ciudad.

Me he vuelto reiterativo con el paralelo entre la ciudad de principios del milenio y la de hoy. En ese proceso sostenido de crecimiento, la participación de muchos sectores ha sido el factor fundamental para que Bello coja rumbo. La administración de la ciudad ya no se soluciona en corrillos de unos pocos, aunque quieran hacerlo ver, si no que somos muchos (lo digo porque en algún momento tomé  decisiones autónomas) los que desde muchas esferas hemos empujado el tren para que se encarrile.

Lamento en demasía que la coherencia sea la mayor carencia de la campaña de las toldas rojas. Siempre he considerado a la candidata una buena oradora, he respetado sus posiciones, pero estamos asistiendo a la mutación de demasiadas cosas de su estructura discursiva y política en tan sólo un mes. Ni hablar de los Suárez le sirve hoy por hoy por que en su campaña cuenta con 5 representantes de esa causa, paradójicamente los más regulares. Ni hablar de la corrupción le queda bien porque siendo concejala nunca efectuó el control político necesario  y porque a su diestra tiene a excelentísimos exponentes de las historias aciagas de nuestra municipalidad.

Anoche, mientras me dirigía a mi apartamento, el taxista me expresaba su preocupación por el apoyo de esta familia a la campaña de Carlos Muñoz. Bastó con hablarle de esos personajes que no son de apellido Suárez, de la ciudad de ayer y la de hoy, de las inversiones en cultura y educación, del Tulio Ospina, del Intercambio de La Madera, de los espacios deportivos nuevos, de la disminución del 85% en los homicidios en los últimos 8 años,  de lo que ha significado tener representación en el Congreso, de la falta de meritos que la Corte Suprema de Justicia y la Contraloría encontraron en los procesos de supuesto enriquecimiento ilícito de Óscar Suárez Mira y de unos cuantos aspectos más, para que con sorpresa me hiciera la pregunta del artículo anterior de este blog “entonces, ¿cambiar qué?” y comprendiera que hablar mal de los Suárez es un caballito de batalla sin razón.

Invitación

Candidato, hable de sus propuestas. Ese caballito de batalla ya no funciona porque hay más de 7000 bellanitas y una ciudad desarrollada que lo defienden.

Esta es una contienda electoral, no es una batalla. Gane quién gane, el 19 de diciembre amaneceremos teniendo los mismos derechos y seremos los mismos ciudadanos, así que gane el mejor y que el resto de campaña se desarrolle con altura.

De colofón

Este artículo no es una defensa de la familia Suárez Mira, es un homenaje a los bellanitas que no llevan ese apellido pero que todos los días cambian la historia de Bello. ¿Y usted?, ¿de qué apellido es y qué ha hecho por la ciudad?.

Bello Avanza y... ¿usted?, ¿quiere retroceder?.