Colombia pasa por una ola invernal que ha dejado un número considerable de damnificados. Rios y quebradas desbordadas, casas destruidas o anegadas, pérdidas materiales y algunas personas muertas son el saldo de la fuerza de la naturaleza.
Estos momentos coinciden con el sentimiento de solidaridad que se despierta entre la población: campañas humanitarias, aportes del Estado, atención inmediata a las necesidades de los damnificados y, despues de que el nivel del agua baja, los subsidios y los intentos de reubicación de las familias que viven en zonas de alto riesgo no se deja esperar.
Ciertamente disiento del algunas prácticas que se emprenden en estos acontecimientos, argumentando que algunos habitantes de las zonas aledañas a las quebradas, despues de muchas olas invernales y recibiendo los "beneficios" a que se hacen acreedores por cuenta de la naturaleza, continúan viviendo en los mismos ranchos, con el agravante que en ocasiones han sido favorecidos con la reubicación. En otras palabras, el desborde del afluente se les convierte en la fuente de supervivencia, en un negocio.
"Esta casa es alquilada y el dueño tiene otras dos por aqui mismo", me decía una señora damnificada de un debordamiento pasado de la Quebrada La García. Eso pasa con algunos sectores aledaños a esta corriente de agua, zonas de invasión en las que antiguos damnificados hicieron su "fortuna" con las ayudas y vieron el momento propicio para hacer negocio.
No desconozco en ningún momento que la necesidad lleva a muchos a habitar en esos lugares, pero a su vez, traigo a colasión una frase que se me ocurrió hace algún tiempo: "la pobreza no es un estado, es una actitud". Estoy plenamente convencido de que cualquier ser humano está en la capacidad de sobreponerse a la pobreza, pero mientras continúen las prevendas que contiene el asistencialismo nuestros paises continuarán elevando los indices de miseria.
El jueves anterior pasé por una de las oficinas del Programa Familias en Acción de la Presidencia de la República y el taxista al ver la interminable fila me contó: "Vea hermano, conozco a una señora que se gana más de un millón de pesos donde trabaja y cada mes viene por el subsidio que le dan ahí". Sé que no es la única. ¿No es el colmo?.
Igual pasa con los desplazados que reciben altas sumas de dinero y perpetúan su estado. "Ahí tengo a Papá Estado", dirán.
En el tema del asistencialismo yo me uno al Premio Nobel de Paz bengalí Muhammad Yunus cuando este se opone radicalmente a la ayuda estatal y al aporte de los paises ricos a los pobres. El Nobel fundamenta su tesís demostrando a través de su invención del microcrédito, que es posible emprender acciones para el ascenso social. Por medio de esta estrategia se prestan bajas sumas de dinero a proyectos productivos que en un 90% de los casos devuelven el dinero. Yunus no deja de ser un capitalista: presta con intereses bajos y espera que ese dinero vuelva a sus arcas.
Decía Neftalí, un profe de Filosofía del Pascual Bravo de donde soy graduado, "al jóven no hay que darle el pescado, hay que enseñarle a pescar". Lo mismo ocurre con el pobre, mientras continuemos llevandole el pescado, él nunca va a aprender a conseguirlo. Para terminar concluyo con un adagio popular que funciona como exhortación: "ayúdate, que yo te ayudaré".
¿Desnaturalizado?, ¿insensible?, ¿insensato?, ¿poco solidario?. No, yo no soy asistencialista.
El asistencialismo crea dependencia
El asistencialismo crea dependencia
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